Por pura providencia encontré hace unos días el libro de Albino Luciani, Juan Pablo I, Ilustrísimos Señores, publicado en la B.A.C. en 1978, al poquísimo tiempo de su muerte, mientras la propia editorial trabajaba en su publicación. Y digo que providencialmente porque según parece es casi inencontrable este libro del llamado Papa de la sonrisa.
Está compuesto de varias cartas que Juan Pablo I dirige a otros tantos personajes muy conocidos, históricos y de ficción: Charles Dickens, San Bernardo, Pinocho, el Rey David... y al propio Jesucristo. Aún lo tengo entre manos, pero me gustaría compartir este texto de la misiva que dirige a Gilbert Keith Chesterton porque me parece muy acertado para estos tiempos tan laicistas, tan alérgicos a según qué símbolos Atención a la conclusión del novelista inglés.
'Querido Chesterton:
En la pantalla de la televisión italiana apareció hace pocos meses el padre Brown, original sacerdote-detective, creatura típicamente tuya. Lástima que no hayan aparecido el profesor Lucifer y el monje Miguel. Los habría visto con sumo agrado tal y como tú los describes en La esfera y la cruz, viajando en avión, sentado uno junto al otro, Cuaresma junto a Carnaval.
Cuando el avión vuela sobre la catedral de Londres, el profesor suelta una blasfemia contra la cruz.
"-Estoy pensando si esta blasfemia te ayuda en algo -le dice el monje.- Escucha esta historia:
Conocí a un hombre como tú; él también odiaba al crucifijo; lo eliminó de su casa, del cuello de su mujer, hasta de los cuadros; decía que era feo, símbolo de barbarie, contrario al gozo y a la vida. Pero su furia llegó a más todavía: un día trepó al campanario de una iglesia, arrancó la cruz y la arrojó de lo alto.
Este odio acabó transformándose primero en delirio y después en locura furiosa. Una tarde de verano se detuvo, fumando su pipa, ante una larguísima empalizada; no brillaba ninguna luz, no se movía ni una hoja, pero creyó ver la larga empalizada transformada en un ejército de cruces, unidas entre sí colina arriba y valle abajo. Entonces, blandiendo el bastón, arremetió contra la empalizada, como contra un batallón enemigo.
A lo largo de todo el camino fue destrozando y arrancando los palos que encontraba a su paso. Odiaba la cruz, y cada palo era para él una cruz. Al llegar a casa seguía viendo cruces por todas partes, pateó los muebles, les prendió fuego, y a la mañana siguiente lo encontraron cadáver en el río".
Entonces el profesor Lucifer, mordiéndose los labios, mira al anciano monje y le dice: "Esta historia te la has inventado tú". "Sí, responde Miguel, acabo de inventarla; pero expresa muy bien lo que estáis haciendo tú y tus amigos incrédulos. Comenzáis por despedazar la cruz y termináis por destruir el mundo"."'
Grande Isael, como siempre.
ResponderEliminarEn primer lugar, gracias por el post y en segundo: A ver si me puedes pasar esa joya de libro, sólo si es posible, naturalmente.
Aprovecho pata disertar sobre Chesterton lo que a mí me han enseñado, resumido naturalmente.
Lo primero que destaca en él, aparte de su volumen, es su excelente humor y su fina ironía.
Junto con otros conversos ingleses o afincados en la isla fundan un grupo en el que se dedican a beber pintas de cerveza en un pub mientras mantienen tertulias del más alto nivel sobre religión y literatura.
Lo de beber cerveza, a parte de que les gustara, tiene su gracia, pues también lo hacían por oposición a los atildados señoritos ingleses, excesivamente perfumados, cuya mayor preocupación era el culto de los cuerpos.
Sobre el tema de los cristianos y sus símbolos que es el hilo principal de tu post, dos breves apuntes:
1) La persecución y genocidio que están sufriendo nuestros hermanos en Asia y África, simplemente por llevar un crucifijo al cuello, es al menos tan brutal como las que ordenaron los emperadores romanos al principio del cristianismo.
Los medios de comunicación con más audiencias se limitan a hacer oídos sordos y mirar para otro lado.
2) En Europa y por supuesto en España está desatada la campaña anticatólica.
Lod símbolos cristianos molestan pues representan a personas libres, capaces de pensar por sí mismas. Y eso es intolerable cuando se pretende el adocenamiento de la masa fundamentalmente por la telemente ( el sustitutivo del "soma" en Un mundo feliz de Aldous Huxley).
Lo más gracioso, si no fuera trágico, es que los católicos somos un auténtico chollo para la sociedad:
Tenemos más hijos que la media, con lo cual contribuímos al sostenimiento del sistema de pensiones futuro.
Pagamos nuestras deudas y multas "religiosamente".
No nos gusta meternos en líos, naturalmente en este caso hablo en general, tanto Isael como yo, como algunos más estamos metidos en un montón de fregados en defensa de la Verdad.
Y en nuestros trabajos somos más eficientes, honrados, puntuales y educados que la media.
En definitiva: un chollo.
Ponga un católico auténtico en su vida y mejorará su calidad de vida.
Gracias, Amigo. Fuerte Abrazo.
Jesús.
¡Gracias por tus palabras como siempre, Jesús!
ResponderEliminarSobre lo de Chesterton muy interesante lo que cuentas. Además de que le pega bastante eso de tomar cerveza y discutir amigablemente a nuestro "panzón" novelista. La escena de esas tertulias debe recordar a la "merry England" o Inglaterra feliz: buena gente, buenas charlas, buena cerveza y siempre sencillez.
En cuanto a la persecución de cristianos... qué más podemos decir. Cruenta y bestial por un lado, incruenta pero asfixiante por otro... ¿A qué tal ensañamiento? No lo saben ni ellos en el fondo.
Me hace mucha gracia lo de poner un católico en tu vida, jejeje. La verdad es que es así. Débiles seremos siempre, pero tanto que se habla ahora de valores, nosotros los tenemos y son los mejores. Y lo son porque todos ellos se resuemen en una Persona que es Jesucristo, fuente de todos ellos.
A quien busque valores, le diremos que busque a Cristo. Con encontrarlo a Él lo demás le vendrá seguido.
Los fregados... ya lo puedes decir, ya... jejeje.
¡Un abrazo para ti también!
P. D.: Sobre el libro de Juan Pablo I, dalo por hecho.