Vimos en el apartado anterior cómo San Agustín realiza la interpretación del Capítulo 20 que la Iglesia toda ha seguido, asumido y enseñado hasta nuestros días, asunción reflejada en la Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II según se dirá en el capítulo 5.
A partir de San Jerónimo y San Agustín, el milenarismo decae, es abandonado definitivamente y como tal es extraño en la Edad Media al menos en el ámbito de la Teología.
Se me permita aquí hacer un corta y pega. Nadie dudará de la autoridad y utilidad de una enciclopedia ahora desgraciadamente caída en desuso y no vuelta a editar, pero garantía de calidad, rigor, y de apego a la Doctrina y el Magisterio de la Santa Madre Iglesia cuando son asuntos católicos los que aborda. Se trata de la Gran Enciclopedia Rialp (GER), cuyo artículo sobre el milenarismo en la época moderna, elaborado por Raúl Gabás Pallás, doctor en Filosofía y Teología, transcribo a partir de la siguiente página: http://www.mercaba.org/Rialp/M/milenarismo.htm
Incluiré posteriormente un párrafo de la misma obra entresacado de la voz Apocalipsis (del sacerdote Mathias Delcor), y añadiré después algunas notas, pero recomiendo especialmente la conclusión del artículo de Raúl Gabás. Aquí los dejo, resaltando en negrita alguna de sus frases.
"Durante la Edad Media puede señalarse una variante del milenarismo en Joaquín de Fiore, que creía encontrar en los textos bíblicos el anuncio de una era espiritual, o del Espíritu Santo, que estaría vinculada a una amplia difusión de las órdenes religiosas. Tuvo seguidores entre los dominicos y los franciscanos, especialmente entre estos últimos.
Es, sin embargo, con el protestantismo cuando puede realmente hablarse de un resurgir de las ideas milenaristas. Dentro del protestantismo, en efecto, ha habido varias sectas que han afirmado la esperanza en una próxima venida de Cristo para reinar en la tierra hasta el momento del juicio final, prediciendo en muchos casos en día o el año de la aparición del Salvador. Así, p. ej., los anabaptistas, los adventistas, los testigos de Jehová, los mennonitas, los mormones, los pentecostales, etc
El movimiento anabaptista se inició con fuerte conciencia escatológica. Los anabaptistas se concebían como la comunidad de los fieles que había de recibir el Reino. Ellos aspiraban a un Reino de Dios en la tierra, de modo que, como en muchas otras tendencias milenaristas, su esperanza iba unida al deseo de una reforma social. Los así llamados «profetas de Zwickau» y Klaus Storch anunciaron una pronta venida del Reino, de modo que los ateos habían de ser exterminados de la tierra. Uno de los milenaristas más importantes del s. XVI fue Tomás Müntzer; según él, la llegada del Reino de Dios, que era inminente, requería previamente la victoria por la fuerza contra los impíos. Müntzer dio una abierta versión sociológica de la escatología; creía que era imposible una reforma religiosa sin una simultánea transformación social; en él se ha inspirado el autor marxista E. Bloch (Thomas Müntzer, 1921, 85), que cree descubrir ya en él el principio de la «permanente revolución».
Otro milenarista de primer rango en el s. XVI fue Melchor Hofmann; se esforzó por mostrar a amplios círculos de anabaptistas la importancia que reviste la esperanza de un próximo reinado de Cristo; hizo repetidas predicciones de fechas concretas en que había de llegar el Reino. En Holanda tuvo numerosos adictos llamados melquioritas, que, al no cumplirse las predicciones, se dividieron en dos grupos: unos esperaban pasivamente la llegada del Reino; y otros quisieron introducirlo por la fuerza, entre ellos Jan Matthys (panadero), apoyado por Johann Backelson (sastre). En 1534, cuando los anabaptistas alcanzaron la mayoría en las elecciones municipales de la ciudad de Münster, llegó a su apogeo el milenarismo anabaptista. Procedieron inmediatamente a realizar la comunidad de los santos expulsando de la ciudad a los que tenían distinta fe. Suprimieron la propiedad privada y la monogamia.
Los anabaptistas holandeses llevaron el milenarismo a Inglaterra, donde alcanzó otro momento cumbre en el s. XVII. Lo predicaron los puritanos, que se sentían precursores del Reino de Dios en la tierra. Al principio, el mismo Oliver Cromwell enfocaba su actividad como una preparación del Reino. La esperanza de un próximo reinado de Cristo siguió dilatándose en Inglaterra con los cuáqueros. En Alemania, el pietismo volvió a actualizar el interés milenarista; Bóhme espera una época áurea y Spener anuncia (en 1693) la venida de tiempos mejores, aunque no señaló fechas precisas, sino que se limitó a decir que llegarían pronto. Para entender su terminología es preciso señalar que, como la Confessio Augustana había prohibido la predicación del milenarismo, los pietistas introdujeron la expresión mitigada de «tiempos mejores». De otra parte se tiende, por influjo de las ideas de la Ilustración, a interpretar el milenarismo desde una perspectiva secularizadora. El escriturista Bengel mediante sus estudios del Apocalipsis llegó a fijar la aparición del Anticristo sobre los primeros años del s. XVIII y el principio del Reino en 1836; y vio un signo mesiánico en las revoluciones sociales. C. Otinger interpretó filosóficamente esos pensamientos milenaristas, como una trasformación progresiva de la historia humana.
En el s. XIX anunciaron la pronta venida de Cristo, sobre todo, los adventistas, que sufrieron un terrible desengaño cuando en la primavera de 1844 esperaban con vestidos blancos la aparición del Salvador. El quiliasmo se mantuvo también durante largo tiempo en la llamada «comunidad católico-apostólica» -desprendida de la Iglesia anglicana en la primera mitad del s. XIX-, alcanzando un momento cumbre con el escocés E. Irving. La comunidad fundada por él señaló sucesivamente como fecha para la venida del Señor el año 1835, el 1838, el 1845. Aun después de la última decepción, llegaron a la idea de que era necesario enviar de nuevo doce apóstoles a todo el mundo. Muerto el último de los enviados en 1901, la comunidad reconoció lo erróneo de su esperanza.
A principios de nuestro siglo (XX) se produjo otro fenómeno milenarista en las comunidades de escudriñadores de la Biblia con la fundación por Charles Taze Russell, comerciante y asiduo lector de la Biblia, de los Testigos de Jehová. Según él, Cristo volvió invisiblemente, pero con efectos visibles, en 1874 (fundación de la primera organización de trabajadores). Señaló como principio de la manifestación del Reino el año 1914. Después de su muerte, asumió la dirección del movimiento el jurista F. Rutherford. Los miembros del mismo aducen como indicios de la cercanía del Reino el crecimiento del saber y de inventos durante los últimos tiempos. Describen el reino milenario con un colorido popular, p. ej., desaparecerá en él la ley antialcohólica.
Las ideas milenaristas sostenidas en los círculos protestantes durante los s. XIX y XX han influido en algunos autores católicos. Entre ellos destacan E. A. Chabauty, el jesuita M. Lacunza, Bigou, R. Eyzaguirre, C, Morrondo, J. Ramos, etc. El Santo Oficio reprobó las teorías de Chabauty, que habían sido publicadas en la revista «Jésus-Roi» (AAS 2,1910,635). El interés despertado en Sudamérica en torno a la obra póstuma de Lacunza (La venida del Mesías en gloria y majestad; B. Villegas, El milenarismo y el A. T. a través de Lacunza, Valparaíso 1951) ocasionó la respuesta del Santo Oficio, según la cual el milenarismo incluso mitigado tuto doceri non potest (AAS 36,1944,212).
Conclusión. El milenarismo desenfoca la visión cristiana de la historia, que nos dice que la Parusía coincide con el fin de la historia presente y la introducción del estado definitivo y eterno sin ningún reino intermedio: lo que se le promete al cristiano no es una era de bienestar en esta tierra, sino un don mucho más pleno y radical, es decir, la plenitud absoluta de los cielos. Por otra parte, muchos de los autores milenaristas han caído en cálculos y pronósticos pueriles. Se puede reconocer que en algunos de ellos alienta una pregunta importante: ¿La escatología cristiana da alguna pauta que permita analizar la configuración de la historia? Pero el modo en que la enfocan no es acertado.
BIBL.: W. NIGG, Das Ewige Reich, 2 ed. Stuttgart 1954; P. ALTHAus, Die Letzten Dinge, 6 ed. Gütersloh 1956; H. KRAFRT, Chiliasmus, en RGG I; E. VDEGELIN, Nueva Ciencia de la política, Madrid 1968; G. GILLEMAN, Condamnation du millénarisme mitigé, «Nouvelle Rev. Théologique», 67 (1945) 239-241.
Raúl Gabás"
"Un pasaje que ha planteado dificultades de interpretación es el del Apoc 20, 1-6, según el cual Satanás es arrojado al abismo, en donde permanecerá encadenado durante mil años. Algunos escritores antiguos interpretaron que Cristo vendría sobre la tierra para reinar con los justos por un periodo de mil años, al fin de los cuales tendría lugar la resurrección, el último Juicio y el comienzo del Reino celestial (...). Esa interpretación es falsa; y la Iglesia ha rechazado siempre el milenarismo. Teniendo presente el influjo de Ezequiel en el simbolismo del Apocalipsis, ese pasaje alude más bien a la "primera resurrección" de Apoc 20,4 ss., como renovación de la Iglesia, después del periodo de grandes persecuciones. El "reino de mil años" correspondería, en este caso, a la fase terrestre de la Iglesia. (...).
Mathias Delcor."
Raúl Gabás"
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"Un pasaje que ha planteado dificultades de interpretación es el del Apoc 20, 1-6, según el cual Satanás es arrojado al abismo, en donde permanecerá encadenado durante mil años. Algunos escritores antiguos interpretaron que Cristo vendría sobre la tierra para reinar con los justos por un periodo de mil años, al fin de los cuales tendría lugar la resurrección, el último Juicio y el comienzo del Reino celestial (...). Esa interpretación es falsa; y la Iglesia ha rechazado siempre el milenarismo. Teniendo presente el influjo de Ezequiel en el simbolismo del Apocalipsis, ese pasaje alude más bien a la "primera resurrección" de Apoc 20,4 ss., como renovación de la Iglesia, después del periodo de grandes persecuciones. El "reino de mil años" correspondería, en este caso, a la fase terrestre de la Iglesia. (...).
Mathias Delcor."
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Como apunta el primer artículo, ni Lutero ni Calvino fueron milenaristas a pesar de que este pensamiento errado se desarrolló extraordinariamente en la teología protestante. Una curiosidad: Cristóbal Colón consideró de carácter escatológico su llegada a las Indias y prevé el milenario Reino de Dios en la Tierra para 1655.
Habrá advertido el lector que subrayo especialmente dos nombres en el texto de Raúl Gabás: Manuel Lacunza y Edward Irving. Manuel Lacunza, jesuita chileno, es quizá el enlace más evidente entre el milenarismo católico actual y el milenariso protestante. Su obra póstuma Venida de Cristo en Gloria y Magestad (sic) (1812) fue incluida en el Índice de obras prohibidas y dio lugar a dos Decretos del Santo Oficio de 1941 y 1944, decretos ambos que constituyen el precedente inmediato del actual punto 676 del Catecismo de la Iglesia Católica (lo veremos en el capítulo 5)
Todo ello es importante porque Lacunza es reivindicado por el padre Leonardo Castellani, jesuíta como él, actualmente muy de moda, y del que toma junto con el padre Flortentino Alcañiz un milenarismo que ha impregnado algunos sectores católicos muy propensos a las profecías apocalípticas y catastróficas, incluidas las falsas.
Veremos en el capítulo siguiente las relaciones entre el escocés Irving y Manuel Lacunza, y el milenarismo actual, principalmente protestante.
P. D.: Perdón por el retraso en la publicación de este post. Intentaré que no vuelva a pasar. ¡Que Dios os bendiga por vuestra paciencia!
Excelente trabajo, Isael.
ResponderEliminarMuy completo y claro.
Una pena lo de Castellani con los escritos tan buenos que tiene y su excelente credo del incrédulo. En fin, la vanidad es mala compañera.
Lo que me parece chocante en todos estos cuentacuentos es que se empeñen en dar fechas una y otra vez.
Acaso no son capaces de ver las pifias de sus predecesores, bastaría con repasar la historia como has hecho tú, bueno, tan bien es muy difícil, pero con un poco de empeño les hubiera bastado.
Y sobremanera me resulta chusco por no emplear otra palabra más gruesa que se empeñen en marcar al Creador del tiempo, los tiempos. Es decir, unos homúnculos perdidos en un planeta minúsculo, en un sistema solar de lo más normalito y pequeño, se atreven a decirle a Dios, Creador, Todopoderoso e Infinito, sobre todo Infinito, lo que debe hacer y cuando lo tiene que hacer.
De verdad que la carcajada es para viajar pir Cosmos y Extracosmos.
Espero tu siguiente post para seguir aprendiendo.
Buen trabajo!!!
Muchas gracias, Isael.
¡Muchas gracias a ti, como siempre, Jesús!
ResponderEliminarLo de dar fechas es bastante típico. Y como bien dice el artículo transcrito, simplemente pueril. Es querer ver fechas cuando Dios no las ha dado. Quieren leer entre líneas y Dios es muy claro. Quieren hacer decir a la Virgen cosas que no dice, simplemente. Ya lo veremos en el último capítulo, si Dios quiere.
Lo de Castellani... una pena. Tiene páginas memorables, la verdad. ¡Ojalá no se hubiera metido en el berenjenal milenarista! Pero es que a partir de él vienen los moscones. En fin...
¡Gracias de nuevo!
Ah. Ya me dice que mi comentario será visible tras la aprobación.
ResponderEliminarMe he leído tu texto en 26 segundos, o sea que no lo he leído. Pero es un tema muy interesante, e intentaré defender a mi amigo Castellani. No sé cuándo podré leer tu texto en condiciones, pensarlo y poder comentarl algo. No sé cuando, no pongo fecha jajajaj. Bueno, te envío un abrazo. Ah, otra cosa, ¿has mirado las tesis, sobre este tema, de Canals Vidal? Yo un poco el otro día, pero no me enteré mucho. ¿Me enteraré alguna vez de algo? jajajaj.
Bueno. Chao. Otro abrazo.
¡Hola Antonio!
ResponderEliminarBienvenido a mi humilde blog. Es un placer tenerte por aqí :)
Bueno, mi texto no es todo mío, ni siquiera gran parte, jeje, pero se lee con facilidad.
Si te refieres al artículo de Barriola, ese es algo más largo pero lo voy a usar cuando hable de Castellani. A mí también me gusta leer al argentino, pero cuando vi que a partir de él vienen las cosas poco recomendables, empezó a escamarme un poco.
La cuestión no es defender o no a Castellani (yo tengo todo lo que se ha publicado en España de él), la cuestión es saber si dice cosas conforme a la Iglesia o no. Y entre él y la Iglesia ya sabemos con quién nos tenemos que quedar.
En cuanto a Canals Vidal, tengo por casa y leí en su día su libro, hace mucho tiempo. Tendría que volver a leerlo pronto para refrescar lo que dice, pero cuando le hinqué el diente fue al poco de mi conversión, por lo que tiernamente aceptaba todo lo que viniese de un católico. Luego ya tuve que experimentar cómo en la Iglesia hay gente que va de católica, que se arrodilla mucho en misa, se duelen de la situación de la Iglesia y resultan ser simplemente desequilibrados mentales peligrosos o delincuentes.
En fin, ya te conté :)
¡Un abrazo y bienvenido de nuevo!
Pero, ¿es seguro que la Iglesia afirma que
ResponderEliminar-la Parusía
-la segunda Venida
-la resurrección de los muertos
-el juicio universal
será todo ello simultáneo?
(Soy Antonio)
Hasta ahora es lo que nos han enseñado, o al menos, lo que la mayoría hemos aprendido. Que haya un intervalo de tiempo entre cada momento creo que eso nadie lo sabe.
ResponderEliminarAhora, si se considera ese tiempo entre la resurrección y el juicio como el reino de los mil años, la Iglesia ya dice en el punto 676 que está rechazado.
La consideración del tiempo de la Iglesia como el tiempo del Reino viene ya de Agustín y está tan asumida que la Lumen Gentium se refiere a ella de esa manera, es decir, de pasada por estar completamente asumida.
A la roca que es la Iglesia me acojo.