Muchos habréis
visto un episodio de Los
Simpson titulado Gracias a Dios que es el Día del Juicio Final en el que Homer y Bart se meten en un cine donde proyectan la película Left Below, en España traducido por Aquí tirados.
Homer sale del cine obsesionado con el Fin del Mundo: devora todos los libros sobre el
tema, con sus cálculos sin tino fija una fecha
concreta para el llamado arrebato y
arrastra a todo Springfield con él… para terminar haciendo el más grande de los
ridículos (aunque luego la cosa parece arreglarse).
El capítulo es
una parodia de la serie de películas (y de libros) Left Behind (en
castellano: Dejados Atrás).
Protagonizada por Kirk Cameron, la serie comienza con el arrebato a los Cielos
de los buenos cristianos, mientras otros permanecen en la tierra testigos del
advenimiento del Anticristo, al que deben oponerse.
Esta serie de
novelas y películas ha causado furor en EEUU, donde tales productos, por lo
común literariamente pedestres y teológicamente errados, son fruto de una
obsesión apocalíptica bastante generalizada (el propio capítulo de Los Simpsons
retrata los más conocidos tópicos al
respecto).
Es por ello por
lo que algunos católicos americanos, siguiendo la vieja tradición apologética, se han sentido en la obligación de escribir
y hablar sobre estos dos temas que siempre vienen unidos, el milenio y el
arrebato, con el fin de exponer la Doctrina de la Iglesia frente a las ideas
protestantes y evitar así que algunos católicos caigan en el error de seguir
unos postulados que, en general, nos parecen o debería parecernos profundamente
exóticos.
Uno de esos
autores es Carl E. Olson y su libro Will
Catholics Be "Left Behind? (¿Seremos los Católicos "Dejados
Atrás"?) de la Ignatius Press, donde realiza una clara exposición de
las ideas protestantes sobre los dos temas señalados, su origen, desarrollo y
estado actual (la corriente que se ha dado en llamar "dispensacionalismo", según veremos), así como una completa ilustración de la Doctrina de la Iglesia
al respecto.
Vamos a seguir a este autor, y empezaremos distinguiendo las corrientes doctrinales de la teología protestante en relación
con el llamado Milenio o Reino de Mil años de Apocalipsis 20:
1) Premilenarismo: asegura que tras su Segunda Venida,
Cristo reinará sobre la tierra por 1000 años antes de la consumación del plan
de Dios en los nuevos cielos y la nueva tierra. Durante ese reino, Satanás y
sus seguidores serán encadenados, después liberados por breve tiempo, y se les
permitirá dirigir a algunas personas hacia la rebelión y la apostasía una
última vez. Luego vendrá una siguiente Venida, el Juicio Final y el estado
definitivo.
Asegura dos resurrecciones: una primera de los justos,
para el reino milenario en que reinarán con Cristo, y una segunda del resto para le Juicio Final.
Además consideran la existencia de un rapto o arrebato a
los Cielos de los buenos cristianos para encontrarse con Jesús, arrebato este
que puede ser según cada predicador “pretribulacional” o previo a la Gran Tribulación, durante la
Gran Tribulación, o “postribulacional”, es decir, posterior a ésta.
2) Postmilenarismo: dominó el panorama escatológico popular
americano desde la Guerra Civil hasta los años 20 del siglo pasado, y en la
actualidad es muy reducido el número de protestantes que lo siguen frente al
"premilenarismo". Consideran que Cristo volverá a la Tierra después del
milenio, periodo de tiempo de desconocida longitud en que el mundo no será
transformado, como consideran los premilenaristas, sino perfeccionado y casi
sin pecado, con un auge de la vida social, económica, política y cultural de la
Humanidad, donde los principios cristianos serán la norma, no la excepción, y
el mal quedará reducido a proporciones insignificantes.
Dado que acepta una única venida de Cristo en el final de
los tiempos, a la Iglesia como el Reino en forma embrionaria, que el Reino empieza con la encarnación y la resurrección de Jesucristo, y rechaza el llamado "rapto pretribulacional", tiene más puntos de unión con la Doctrina de a Iglesia. Sin embargo, la Iglesia Católica rechaza la
idea de un crecimiento progresivo de bondad y paz que resultará en la plenitud
del Reino (vid. punto 677 del Catecismo).
3) Amilenarismo: es la posición más cercana a la Iglesia,
pero no deja de ser una expresión infeliz, poco representativa de lo que la
Iglesia y los amilenaristas protestantes entienden por Milenio. En términos más
ajustados sería "milenarismo realizado", dado que el milenio del
Apocalipsis 20 no es exclusivamente futuro, sino en proceso de realización. La
Doctrina Católica entiende que la Iglesia es el Reino que existe aquí en la tierra
en estado de expectación.
Tanto postmilenaristas como amilenaristas, y así también la
Iglesia, cree que habrá una sola resurrección de la carne de todos los muertos,
buenos y malos, que tendrá lugar en la Segunda Venida de Cristo. Interpreta la
primera resurrección según lo hace San Agustín en La Ciudad de Dios: una primera resurrección espiritual, es decir,
el bautismo.
* * *
Veamos ahora el desarrollo del milenarismo en los siglos XIX y XX
y sus más ilustres defensores, los que le dieron la fisonomía actual.
El más influyente de los primeros milenaristas británicos
fue el predicador escocés Edward Irving. A mediados de los años 20 del siglo
XIX, obsesionado con las profecías, aprendió español para traducir un libro
escrito por el jesuita chileno Manuel Lacunza, bajo el alias de Juan Ben-Ezra, titulado La Venida de Cristo en Gloria y Majestad,
escrito al rededor de 1791 y donde afirmaba que los creyentes serían
arrebatados para encontrarse con Cristo en los aires, donde permanecerían de
algún modo allí durante cuarenta y cinco días, después de lo cual volverían con
Él triunfantes en la Segunda Venida. Lacunza defendía una forma de
premilenarismo, declaraba que el sacerdocio católico formaría el Anticristo (un Anticristo colectivo, por tanto), y
creía que un nuevo Templo judío sería construido y usado en el Reino milenario.
Irving creía que la correlación entre el libro del sacerdote y su propia visión
premilenarista era providencial.
Inspirado por su estudio del libro de Lacunza, la estela de
Irving comenzó a ascender en Gran Bretaña y en América, pero el que estaba
destinado a ser el mayor milenarista británico, en breve perdió el favor del
público, incluyendo los miembros de la iglesia que fundó, cuando empezó a
enseñar que la naturaleza humana de Cristo era pecadora.
Aquí aparece ya el jesuita Manuel Lacunza, al que
Leonardo Castellani vindicará en alguna de sus libros, y al que Carl E. Olson
no duda en llamar “renegado” y “hereje”. Ya trataremos sobre ello en capítulos
posteriores, pero adelantar que su obra dio lugar a dos Decretos del Santo
Oficio, de 1941 y 1944, fuente del actual punto 676 del Catecismo donde rechaza
el milenarismo.
Tras caer en desgracia Edward Irving, John Nelson Darby
(1800-1882), de la iglesia de Irlanda, tomó su lugar entre los milenaristas
británicos más influyentes, e inició, con reminiscencias de Bacon, el llamado
"dispensacionalismo" o división de la Historia en varias eras o
"dispensaciones", generalmente siete, siendo la última el Reino
milenario y asegurando un rapto secreto pretribulacional.
En América, el dispensacionalismo y premilenarismo
decimonónico fue defendido especialmente por Dwight L. Moody (1837-1899),
fundador de gran cantidad de escuelas, grupos y editoriales. Durante el último
cuarto del siglo XIX la popularidad de las profecías aumentó vertiginosamente, lo
que dio lugar a conferencias y asociaciones dedicadas a su estudio y que
congregaban a protestantes de distintas denominaciones. Se defendió el retorno
de los judíos a Palestina y se dio gran apoyo a la causa sionista (al
considerar que la vuelta de los judíos a su tierra era necesaria para la
Segunda Venida), además de denunciarse lo que creían los dos mayores problemas
de la Cristiandad: el progresismo (los estadounidenses lo llaman
"liberalismo") y el catolicismo, llegando a identificar al
Papa con el "hombre de pecado", el Anticristo.
Cyrus I. Scofield (1843-1921), abogado de Kansas,
generalizó el dispensacionalismo con una versión de la Biblia del Rey Jorge
profusamente anotada que obtuvo un éxito decisivo a principios del Siglo XX, y
aún es usada en círculos protestantes fundamentalistas y conservadores en
general. Su edición de la Biblia se considera un hito sin el que el panorama teológico y
escatológico estadounidense sería muy distinto en la actualidad.
Tras Scofield (y Lewis Sperry Chafer, muerto en 1952 considerado el sistematizador de esta corriente), otro de los grandes
dispensacionalistas es Charles Ryre, que en su obra Dispensacionalsmo Hoy, publicada en 1965 y reeditada en 1995, se
separa de las ideas de Scofield en ciertos puntos. Asegura que el
premilenarismo es con toda certeza la fe de la Iglesia de los primeros siglos,
y condensa los postulados dispensacionalistas en estos tres punntos: 1) La
distinción entre Israel y la Iglesia (un plan de Dios para cada uno de ellos); 2) Un sistema hermenéutico descrito como "interpretación
literal"; 3) La creencia de que todas las obras de Dios tienen como
propósito glorificarse a sí mismo.
[Dejando al margen el tercer punto, y señalando sucintamente
que la palabra de Dios puede ser leída según la Iglesia en sentido literal y el
espiritual (dentro del que se encuentra el moral, analógico y anagógico), para
la doctrina católica la Antigua Alianza concluye con la Nueva, y ésta incluye a
aquélla. La Iglesia es la Nueva Israel, y nada tiene que ver con la Nueva
Alianza que Israel se organice como Estado, dado que la raíz de ésta es
Jesucristo y su fin la vida trinitaria, no un futuro reino terrenal].
Sin embargo, el autor más influyente en el ámbito
de la profecía bíblica protestante contemporánea ha sido Hal Lindsey, con su obra publicada
conjuntamente con C. C. Carlson en 1970 The
Late Great Planet Earth, traducida a 50 idiomas y del que se han vendido 35 millones de copias en todo el mundo. Utiliza una mezcla de pesimismo,
acontecimientos mundiales actuales, uso selectivo de las Escrituras y ciencia ficción,
para transmitir su visión de un futuro cercano desastroso. Su idea recurrente: las profecías del Antiguo y Nuevo Testamento están viéndose cumplidas ante
nuestros ojos: la restauración de Israel como Nación, la apostasía, el completo
colapso de la moralidad en la cultura occidental y los sucesos de la Guerra
Fría (por entonces).
Pasajes difíciles del libro del Apocalipsis son
interpretados fuera de su contexto histórico y teológico tanto por Lindsay como
por docenas de autoproclamados expertos en profecías. Así por ejemplo, para
este autor las langostas de las que habla el Apocalipsis son helicópteros, los
"caballos preparados para la batalla", helicópteros fuertemente armados; las "coronas de oro", los cascos de los pilotos; el "sonido de sus
alas", el estruendoso sonido de muchos helicópteros en ataque; el arco de
Apocalipsis 6, 2 probablemente un arma de largo alcance como el
misil balístico intercontinental (MBIC o ICBM en inglés); la referencia al
"color de fuego, zafiro y azufre” de Apocalisis 9, 17 se convierte en la
bandera nacional china grabada en los vehículos militares…
A partir de Lindsay, toda una pléyade de autores
dispensacionalistas ha publicado con mucho éxito libros sobre profecías bíblicas “a punto de
cumplirse”, buscando encajar los acontecimientos mundiales
del momento en las Escrituras. Aquí señalo algunos de los títulos más
expresivos: Armagedon,
Petróleo y Crisis de Oriente Medio (John
F. Walvoord, 1990), El
Comienzo del Fin: El Asesinato de Isaac Rabin y la Venida del Anticristo (John
Hagee, 1996), Ataque a Amérca:
Nueva York, Jerusalén y el Papel del Terrorismo en los Últimos días (John Hagee, 2001), El Aviso Final: Colapso Económico y
la Llegada del Gobierno Mundial (Gran
Jeffrey, 1996).
Y mi favorito: ¿Por
qué el rapto será en 1988?, de Edgar Whisenant, un ejemplo de cálculo
imprudente bajo la siguiente premisa del autor: si bien Cristo dijo
que nadie sabía el día y la hora, eso no significa que no podamos fijar el
mes y el año… Lo previó para los días 11 a 13 de septiembre de 1988. Al no
suceder, admitió que había olvidado un año y Cristo volvería por tanto en 1989.
Vendió 4'5 millones de copias de su primer libro en cuestión de meses. Como es
natural, fue perdiendo el favor del público, pero se retiró con un buen
pellizco de dinero.
Las relaciones de estos teólogos con la Iglesia Católica
varía (aunque el premilenarismo ha sido siempre anticatólico): desde Dave Hunt, el título de cuyo libro Una Mujer Cabalga Sobre la Bestia: la Iglesia Católica Romana y los
Últimos Días (1994) resume su animadversión hacia la Iglesia, hasta Jack
Van Impe, un enamorado de San Juan Pablo II, que escribió cosas elogiosas sobre
el Catecismo. Sin embargo Van Impe aseguró que el sucesor de nuestro Papa Woytila
sería apóstata, información recibida del polémico y poco fiable Malachi Martin, el
mismo que, según afirma, oyó decirle al Papa polaco que sería testigo de la
Segunda Venida.
Para terminar, transcribo estas palabras del autor, reflejo también de los actuales milenaristas "católicos" (las negritas son mías):
"El dispensacionalismo nunca ha sido un movimiento
positivo u optimista; su particular reivindicación de una enseñanza singular
(el arrebato pretribulaional) es el resultado de un método reaccionario de
interpretar las Escrituras y está basado en un igualmente reaccionario juicio
hacia otros cristianos. Hay un palpable elemento de miedo dentro del
dispensacionalismo, así como un movimiento teológico y cultural, que no puede
rechazarse. Miedo a morir, un mundo caótico, sufrimiento, apostasía, la Gran
Tribuación, todo eso unido por los promulgadores dispensacionalistas para
propagar su mensaje: nosotros seremos arrebatados, nosotros somos el resto fiel, nosotros no tendremos que sufrir o morir
como lo harán otros. (...)
La capacidad del dispensacionalismo popular para arrastrar
a la gente hablando de inminentes desastres y relacionar los hechos actuales con las Escrituras es lo que determina la longevidad del movimiento, como señala
Timothy Weber: "mientras los premilenaristas sean capaces de encajar los
acontecimientos actuales en su sistema, hay pocas dudas de que serán capaces de
atraer a un número significativo de adeptos""
¡Qué bien! Un nuevo episodio. Gracias por toda la información. No tenía ni idea de que había tanto metido en esto. Y hasta los Simpson han caído... Hay que ver...
ResponderEliminarSí...Homer es una perita en dulce para esta clase de cosas... y claro, ¡luego la lía parda! Sobre la información, mejor gracias a los apologistas americanos, que son los que tienen que lidiar con estos toros... ;)
EliminarGracias por esta nueva entrega, tan completa y documentada.
ResponderEliminarQuedo a la espera de llegar a conocer los grandes pifiazos de los católicos, en origen, que se dejaron arrastrar por estas herejías, el porqué me imagino que entronca en la soberbia, seguro que tú lo desvelas con tu gran hacer.
Para la mayoría de la gente que se toma la religión a chufla o como una obligación estas herejías son como un imán, el fatalismo y ese regusto que les proporciona el creer conocer el futuro resulta muy tentador para unas vidas tan vacías.
Como siempre me dices tú, la oración es nuestra mejor arma.
Como siempre te digo yo, complementada por una formación católica excelente y continua.
Y como siempre nos dice Chesterton: La gente está dispuesta a creer en cualquier cosa, siempre que esta sea una tontería.
Muchas gracias y Feliz Domingo.
Tu amigo de Madrid.
¡Gracias por tus palabras, Madri leño!
ResponderEliminarLa verdad es que el origen creo hallarlo en Castellani, las apariciones marianas dudosas y la obsesión apocalíptica, diría que por este orden.
Como bien dices, es necesaria además de la oración, la formación; por ello conviene recordar que los puntos 676 y siguientes del Catecismo aún existen, y el 676 lo olvidan, o lo recuerdan sólo para darle una interpretación particular.
Ya lo veremos en los siguientes posts.
¡Un abrazo y Feliz Domingo de la Misericordia!
& What about Antonio Yagúe ???... Ehhh?!
ResponderEliminarPues como usted sabrá, es milenarista de cabo a rabo. Además de crear una falsa ciencia llamada "Astronomía Sagrada" que es una mezcla de estronomía y astrología, por la que asegura conocer la Segunda Venida de Cristo. Una barbaridad con la que está intoxicando a sencillos en la Fe, además de a algunos sacerdotes. Confío que algún Obispo le pare los pies.
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