Mi nombre es Sebastián Isael Pla Martorell, aunque todos me conocen por Isael, y este es mi pequeño blog. Escribo sobre lo que me apetece, pero sobre todo, escribo para Dios.

lunes, 30 de abril de 2012

Yo Soy


La Pasión de Mel Gibson es ya el filme canónico para conocer en motion picture la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. A cada época, su libro de ensayo, novela, o película ejemplar.

Y tenía que ser una película así, aún cuando se la considere demasiado sangrienta. Nuestros ojos ya se habían acostumbrado a las películas de terror y de asesinos en serie estilo Freddy Kruegger o Saw. Otra película de Zefirelli no hubiese impactado al mundo de hoy.

Hace varias semanas leí de un tirón el libro La Pasion por dentro, del sacerdote John Bartunek, L.C., (Editorial Voz de Papel) en el que explica cosas interesantísimas sobre la película de Mel Gibson: el por qué de tal plano, de tal omisión, de tal adición.

Me quedaré en este post con esto:

Se decidió no incluir, por demasiado "fantástico" para una película que pretendía ser lo más realista posible, la escena en que Cristo responde con un "Yo Soy" a los captores cuando éstos anuncian que vienen a por Él. Al pronunciar esas palabras, todos caen al suelo. En dos ocasiones, además: porque Jesús repite la frase al indagar por segunda vez las intenciones de la tropilla. Me da que con una tercera los tunantes habrían entendido perfectamente el significado de Sus palabras, y se habrían postrado, esta vez voluntariamente y no por la fuerza de Dios que exigía adoración. Al fin y al cabo, Dios con esas palabras se revela a Moisés y le pide que se descalce, porque ese lugar es sagrado.

Pues bien, como digo, se suprimió esa escena del Evangelio para dar lugar a la batalla entre los Apóstoles y los soldados del Templo. Dejaron que los actores interpretaran libremente la refriega; luego verían en qué posición terminaban.

¿Cómo quedaron dispuestos los actores al final? Todos en el suelo excepto Caviezel, Jesús, en pie majestuoso.

Dios mismo no permitió que una película tan importante, instrumento Suyo para la Evangelización actual, dejase de mostrar su Majestad, su Divinidad. De hecho, fue Él mismo quien lo hizo, y no el guión, al servirse de la libertad que dio el director a los actores. Él creó la imagen: TODOS en el suelo, excepto Cristo.

Eso nos debe hacer pensar.

¡Viva Cristo Rey y Viva Nuestra Señora del Carmelo!

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