Mi nombre es Sebastián Isael Pla Martorell, aunque todos me conocen por Isael, y este es mi pequeño blog. Escribo sobre lo que me apetece, pero sobre todo, escribo para Dios.

miércoles, 26 de mayo de 2010

La imagen enterrada

Ayer pasé un ratro agradable escribiendo sobre El Candelabro Enterrado y cierta ocurrencia mía a raíz de un párrafo de la novelita. Hoy esta novela también dará pie a una página, pero no sobre una reflexión u ocurrencia, sino sobre un hecho que desconocía.

Todo vinarosence de pro tiene una gran devoción al patrón de nuestro pueblo, San Sebastián, devoción manifestada incluso por gente que se dice atea. La talla original de nuestro Sant Sebastià (la actual es una réplica) fue hecha,según cuenta la tradición por unos ángeles (creo que eran dos): se presentaron como viajeros y se ofrecieron a realizar la estatua de madera. Se hospedaron en una casa del centro de la población; al cabo de unos días, al ver que no salía nadie de la casa, forzaron la puerta y resultó estar vacía, sólo ocupada por la talla de nuestro "morenet"; ni rastro de los creadores. No trataré sobre esto ahora, pero sí diré que la historia parece infantil, pero hace unos poquísimos días leí una historia casi idéntica que me sobresaltó por la semejanza, pero esta vez no era una estatua, sino una escalera, y tampoco unos ángeles, sino el mismísimo San José el carpintero el autor; y no ocurrió en el siglo XVII, fecha del milagro narrado si no me equivoco, sino a finales del siglo XIX. El lugar tampoco es cercano: ciudad de Santa Fe, Nuevo México, EE.UU. Más información: http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=8872

A lo que iba. Si alguien quiere leer la novela de Zweig, que se salte la página de hoy porque voy a contar el final, a no ser que no le importe, pues es de esos libros que se leen igual de a gusto aun conociendo el desenlace. El rabino Benjamín definitivamente encuentra la Menorah, y por designio de Dios se hace con ella. ¿Y qué piensa hacer con ella? Pues enterrarla. Enterrarla en Palestina, en Tierra Santa, hasta el día en que, si Dios quiere, decida hacer volver a pueblo judío a su patria. "Entonces, y lo puedes creer como yo lo creo, Él elegirá a uno (del mismo modo que Dios me eligió a mí para conceder a la fatigada Lámpara un reposo) que por casualidad hunda su azada donde la Menorah se encuentre, y ése hallará el enterrado tesoro."

Tengo que decir que este libro lo leía aproximadamente durante los días en que Vinaròs celebraba el IV Centenario de la llegada de la reliquia de San Sebastián (hecho también providencial), y fue entonces cuando mi madre me narró, pues se lo contó una compañera suya horas antes, el destino de la talla original: durante la guerra, los milicianos, que tanto mal hicieron a nuestro patrimonio religioso, y no sólo a él, sustrajeron la estatua del Santo Patrón. Sobre lo que hicieron con ella hay dos versiones, unos dice que la quemaron en una noche de juerga en el campo; otros, que alguien la cogió sin que los soldados, bebidos todos ellos, se diesen cuenta, y la enterró en algún lugar cercano. Y que se hallará cuando Vinarò sea bueno otra vez.

Ojalá sea esta última la narración de los verdaderos hechos, y cuando a ojos de Dios Vinaròs lo merezca, "Él elija a uno que por casualidad hunda su azada donde" la estatua de nuestro queridísimo patrón "se encuentre, y ése hallará enterrado el tesoro". Que San Sebastián nos ayude a ser mejores, como personas y como pueblo para poder ser dignos de ver de nuevo su morena figura no tallada por mano de hombre. Amén.


Hoy es San Felipe Neri, santo de la alegría y la amabilidad. En la vigilia de Pentecostés le pidió fervorosamente a Dios que lo ayudara a amarlo, y entonces sintió tal amor que notó cómo se le ensanchaba el corazón y se le desplazaban dos costillas. "Para, Señor, para, que me vas a matar de tanta alegría". Cuando lo enterraron notaron que dos costillas se le habían arqueado para dejar mayor hueco a su corazón, que se le había ensanchado notablemente. San Felipe Neri,,fundador de los filipenses u oratorianos, danos alegría y ruega por nosotros. Amén.


¡Viva Cristo Rey y viva la Virgen de los Desamparados!



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