Postales de Medjugorje (3)

El "patas" saliendo por patas

Fue durante la oración de sanación del alma y el cuerpo cuando oí un berrido a lo lejos. El sacerdote que hacía la plegaria respondía con un "chssss", probablemente ajeno al origen real del grito.

Al segundo berrido, ya supe que aquello no era normal.

Seguí con la oración del padre Danko (creo recordar) pero la pequeña radio italiana que había comprado por 5 euros el día anterior (pilas incluidas) se había roto y me era imposible seguir la oración en croata. Me había acostumbrado al dulce Zdravo Marjo, Milosti puna, pero ahora las palabras eran otras y no las conocía.

Enfilé el camino para salir de la zona abierta de los bancos, y cerca de los confesionarios oí de nuevo el alarido. Me ganó la curiosidad y me acerqué.

Dos hombres sentados en un banco sostenían a otro echado en el suelo, que se movía y gritaba como... como un poseso. De pie, cuatro o cinco sacerdotes rezaban con las manos dirigidas al endemoniado, obligando al diablo a salir de aquella criatura de Dios.

Sólo oía gritos proferidos con una voz muy grave, que de vez en cuando decía algo así como "¡Niente!".

Delante de mí, varias personas de rodillas rezaban el Rosario. En un momento determinado les fue imposible a aquellos hombres sujetar en el suelo al endemoniado, y éste se levantó unos palmos, arqueó la espalda, y poco a poco pude verlo mejor. Primero una melena castaña, luego una cara contraída... No era un hombre, sino una mujer. ¡Esos gritos roncos salían de una mujer!

Fueron agolpándose los curiosos por momentos, a la par que los sacerdotes.

Decidí irme a cenar, algo impresionado por la escena. Días antes había presenciado una liberación demoníaca ante la Virgen Blanca del Prodbrdo, y días después una mujer se contorneaba y gritaba mientras sus compañeros rezaban ante la Cruz Azul y el sacerdote, displicente con el demonio, le ordenaba callar.

Tal es el odio de satanás a María, simple criatura humana que le pisa su soberbia cabeza, tal es la palpable presencia de Ella en ese lugar, que el "patas" sale por... patas. Pero antes, pega unos buenos gritos de cobarde desesperado.

No hay que asustarse, el demonio ya ha perdido. Y allí, prueba su derrota.