Mi nombre es Sebastián Isael Pla Martorell, aunque todos me conocen por Isael, y este es mi pequeño blog. Escribo sobre lo que me apetece, pero sobre todo, escribo para Dios.

jueves, 26 de enero de 2012

Evangelizar "a la chita callando" y sin querer

Hoy es el día de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos de Pablo. Orad por nosotros a Dios.

En el Evangelio de hoy, dice Jesús a la muchedumbre, o sea, a moi: "¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín, o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero?" Y yo digo: ¡Nunca!

La boca habla de lo que el corazón está lleno, y quien trata conmigo sabe que no puedo dejar de hablar de Dios y todo lo que va con Él, se hable de lo que se hable en cualquier conversación; este blog es prueba de ello. Y como dice San Pablo, "¡Ay de mí si no evangelizare!".

Pues hoy me apetece hablar de la evangelización "a la chita callando" y la evangelización sin querer. Aquélla puede ser dando ejemplo. Pero dando ejemplo del Evangelio, y diré más, de piedad. Porque de hacer cosas buenas al estilo dar limosna, eso es evangélico, claro, pero con la de ong's que hay, casi todos hacen cosas buenas a través de ellas. Digamos que es algo evangélico-laico, como les gusta decir a ciertas personas (lo de "laico", no lo de evangélico, que esa palabra les pesa en la lengua) que se apropian de lo moral del cristianismo y desechan lo que lo fundamenta: la Fe. Y con eso, aridecen lo bueno. Yo me refiero a algo no sólo moral, sino piadoso. Santo. Un ejemplo: Santa Edith Stein tuvo un primer toque espiritual cuando vio a una mujer entrar en la iglesia cargada con la compra para recogerse en oración unos instantes. Le sorprendió que pudiera rezarse a Dios de manera tan cotidiana y natural.

Esa fue una evangelización "a la chita callando" y sin querer.

Una evangelización sólo "a la chita callando": la de la Madre Teresa de Calcuta, o la de cualquier misionero en una región pobre, o en nuestras regiones con lo necesitados, no necesariamente pobres. En este caso no hay que engañarse, como pretenden los perdonavidas ensoberbecidos -porque hay que ser soberbio para creerse mejor que cualquier religioso o sacerdote, o despreciarlos por serlo, o las dos cosas- que dicen "los únicos que sí dan ejemplo son los misioneros". Pues no son los únicos, pero sepas que no sólo van a dar de comer al hambriento, no: van principalmente a anunciar a Cristo, esa es su misión. Lo otro, va de soi, o sea, viene de lo anterior. Pero sin lo anterior, no van ni al Congo ni a la calle de al lado.

-¡Las ONG's también hacen eso de alimentar al pobre!

- Sí, y con todas las comodidades occidentales, aunque bien es cierto que a veces sin ellas. Pero cuando hay problemas en la región (p.e., guerra civil, que en esos sitios suelen ser especialmente crueles) son los primeros en largarse. Unas vacaciones solidarias. ¿Y los curas y las monjas? No, ellos no suelen largarse, aunque alguno haya. Se quedan a sufrir con el pueblo al que Dios los ha enviado. Echad un vistazo a la película De Dioses y Hombres y el comentario sobre la rama y los pajarillos. Y mirad cómo acaban los siete monjes: tuvieron piedad de ellos, sólo les cortaron la cabeza (según sabemos, que los cuerpos aún no han sido encontrados). Y para llorar a moco tendido, la carta del prior a su "último amigo, que seguramente no sabías lo que hacías". Sin Cristo, no se entiende NADA de esto. NADA. "Laicizar" (¿existe este verbo?, casi mejor decir "desacralizar") esto es privarle de su principio activo. Sin él, sin Él, todo a tomar viento. De hecho, sin él, sin Él, no hubiese nacido nada de todo esto.

Cristo, recapitulador de todas las cosas buenas, coronador de ellas, y una vez visto y creído, fuerza para andar donde Él diga.

Me he desviado del tema, excuse moi!.

Ejemplo de una evangelización "sin querer". Mejor dos: el japonés que traducía a su idioma la revisa de San Maximiliano María Kolbe El Caballero de la Inmaculada (que actualmente se edita también en España por obra de la Milicia de la Inmaculada. Para más información, click en el iconito que hay arriba a la izquierda. Ya van por el número 3. De nada) en la edición japonesa. Lo que iba leyendo y traduciendo le fue tocando poco a poco, hasta converirse y hacerse bautizar.

Otra: del ingeniero Hector da Silva Costa (creo que fue él, si no lo fue, que alguien me lo advierta). El hombre no era creyente, pero durante los años que estuvo supervisando la construcción del "Cristo de Corcovado" (el de la foto de al lado), entrando y saliendo, corrigiendo aquí y perfeccionando allá, finalmente, se dejó conquistar por Jesucristo. Y se convirtió. Una curiosidad, y que cada uno saque su conclusión: obra de hormigón armado de 1.000 toneladas, de 30 metros de altura, a 709 metros sobre el nivel del mar, con los brazos extendidos sobre el vacío, la cabeza inclinada en desafío a la ingeniería, construcción sobre una base en la que casi no cabe andamio, con fuertes vientos, comenzada en 1921 e inaugurada en 1931. ¿Muertos por accidente? Cero.

A lo que iba. Y con esto que voy a decir, quizá alguien se apunte. Me propuse hacer algo parecido en mi casa, dejar que la visión de Cristo fuera común en ella, hasta hacerse casi necesaria. Como ni a mi madre ni a mi hermana les hace mucha gracia ver cositas religiosas diseminadas por cada pieza, decidí dejar sólo una que acaparase la mirada de todos y que presidiese el salón (las demás las he dejado con la aquiescencia de la propietaria, hasta que se harte...) ¿Y qué imagen puede acaparar mejor la atención de todos? Pues un crucifijo. Al fin y al cabo, ya lo advirtió Jesús: "Cuando sea alzado sobre la tierra, atraeré a todos hacia Mí". ¡Ok! Ya tenemos un cricifijo. Ahora, veamos cuál, porque un crucifijo cualquiera, incluso el más bello, puede considerarse algo demasiado... de iglesia. Por mí, no problem, pero por la jefa... Debe ser una auténtica obra de arte. Pues he aquí que la casa Lladró tiene un crucifijo magnífico, que representa el Cristo de Velázquez con la cruz clavada en una roca. ¿Caro? Bueno, sí. Pero valió la pena.

Ahora preside majestuosa y humildemente el salón de mi casa, llama la atención por su belleza, y desde luego no es pequeño (60 cms). Y faltaría más, está bendecido, y las palabras del sacerdote de Castellón cuando lo hizo fueron extremadamente hermosas: algo así como que "para que todo el que mire esta imagen vaya al Cielo". Y me señaló: "aquí falta la Madre de Dios, bajo la cruz". ¡Claro, el broche de oro! Todo se andará, padre, todo se andará. Espere que ahorre un poco...


¡Viva Cristo Rey y Viva Nuestra Señor de la Buena Esperanza!

No hay comentarios:

Publicar un comentario